jueves, 21 de julio de 2016
miércoles, 20 de julio de 2016
LOS 5 TEMAS MAS OMITIDOS EN LA IGLESIA
La evolución del cristianismo en nuestra época ha tomado un matiz muy peculiar. Las predicaciones se han ido adaptando a las influencias liberales y pragmáticas de la sociedad, y se ha acudido a la técnica del marketing, para disolver todo aquello que molesta al oído, añadiendo todo aquello que atrae y seduce. Es por ello que la mayoría de los sermones y teología moderna está impregnada de mensajes ilustrativos, motivacionales, psicológicos y de excelencia. Esta tendencia ha modificado las expresiones gramaticales en las traducciones bíblicas modernas, para restarle fuerza al sentido original del texto, principalmente en lo concerniente al concepto de pecado, usando para ello la técnica del llamado “lenguaje inclusivo”.
Existe una fuerte corriente que tiende a la desmitificación bíblica, la cual trata de explicar con una lógica dialéctica los milagros históricos de la Biblia. Con ello tratan de diluir los principios básicos de las doctrinas, porque hay cosas que hieren el oído y molestan la conciencia, principalmente cuando la persona es confrontada con el pecado. Esta corriente presentan la otra cara de la monedas, esto es el aspecto jurídico de las consecuencias del pecado, que es la condenación.
En resumen, hemos fabricado una teología de ofertas barata, y hemos escondido las demandas, porque nuestra técnica es engordar la iglesia, y atraer al pecador para que entre por la puerta ancha, por donde cabe todo, incluso su vana manera de vivir heredada de sus padres (1 Pedro 1:18-19). Al enseñar la Palabra de Dios actualmente los predicadores optan por el llamado “evangelio fácil” o de la “gracia barata”, en donde Jesucristo te protege, te da riquezas, te abre puertas, te hace excelente, te lleva al cielo aunque andes torcido. En fin, levanta la mano, confiesa positivamente y “ábrete sésamo” el milagro se hace. Basta una buena ofrenda, un pacto económico y la bula o indulgencias de bendiciones, perdón y prosperidad te será dada.
El nuevo vocabulario evangélico es de prosperidad, unción, poder, milagro, sobrenatural, conquista, grandeza, excelencia, salud, pacto, decreto etc. Ya no existe las predicas del pecado, el arrepentimiento, la restitución de daño, el infierno, la santidad, el juicio, el sufrimiento, la negación, la humildad, la sencillez, el desprendimiento etc. Incluso, muchos predicadores modernos niegan el infierno como algo real, porque afirman que el concepto de un infierno que arde, y la condenación, no cabe dentro de un Dios amoroso, y que tal concepto es tan solo una expresión metafórica. Así que prediquemos, pero no asustemos a las personas, sino atraigámosle mediante un culto-espectáculo. Basta con estar bien contigo mismo, y olvídate del pecado.
Alguien pregunto: ¿Que sucede cuando la iglesia de hoy día se rinde a la comodidad de un evangelio moderno de tolerancia, carnalidad y compromiso con el mundo, y deja de predicar todo el consejo de Dios que encontramos en las escrituras? El problema de la iglesia contemporánea no se encuentra en aquello que predica, ya que el hecho de que Dios es amor, aunque es una gran verdad bíblica que debemos repetir una y otra vez, y poner en primer lugar, no debe opacar o ignorar que también es juez justo. Nunca el amor puede eclipsar la justicia. El omitir el aspecto justo de Dios nos lleva a predicar un mensaje a medias, diluido, y esto nos hace abandonar la sana doctrina, permitiendo el libertinaje y levadura en la casa de Señor. Nuestro Dios no solo es un Dios de amor, sino también de santidad y justicia, y el sigue siendo el mismo ayer, hoy y por los siglos.
La Biblia nos habla claramente del juicio al pecador y del del infierno como un lugar de tormento. Esta relatado en la historia del rico y Lázaro (Lucas 16:23). Jesús menciono el lugar de tormento como un lugar con fuego (Marco 9:45), donde el gusano no muere (Marco 9.46,48) y relata las consecuencias de no estar en Él cuando afirmó en Juan 15:6: “El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden”. Pablo menciona el castigo a los desobedientes cuando afirma en 2 de Tesalonicenses 1:7-8: ” y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder,en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo;”. Hebreos expone el fin de los pecadores, y para ello menciono dos cosas que hoy se omiten, el juicio y el fuego del castigo (Hebreos 10:27). Además en la revelación de Juan, en el juicio final se habrá claramente del fuego eterno, que es la muerte segunda ( Apocalipsis 20:15-15, 21:8).
No cabe duda que la doctrina del arrepentimiento es imprescindible para nacer de nuevo ( Hechos 2:38, 3:19), lo cual produce un cambio de vida definido como el nuevo hombre (2 Corintios 5:17). Esta acción de arrepentimiento nos despoja del viejo hombre y sus hechos pecaminosos (Colosenses 3:9) el cual tiene que ser crucificado en la cruz (Romanos 6:6), lo que significa que a partir de esta acción nos revertimos de mundano o impío a ser un hijos de Dios, lo que nos lleva como meta a vivir en santidad, no persistiendo en repetir el pecado como norma de conducta (Romanos 6).
Si nos apartamos del pecado, entonces rompemos con las costumbres y modelos corruptos del sistema dominante. No podemos hacer amistad con el mundo, porque tal acción nos hace enemigo de Dios (Santiago 4:4), y no podemos servir a dos señores (Lucas 16:13). Este concepto esta encerrado en lo que denominamos “santidad”, o sea, apartarnos de todo aquello que la ley de Dios catalogo pecado, y lo cual esta expresado en los mandamientos, y definido mas claramente como los deseos de la carne. La santidad es la base para poder llegar al cielo (Hebreos 12:14) y fruto de arrepentimiento, manifestado en las obras, que son las acciones relacionada con nuestra forma de ser, vestir, hablar y pensar (Lucas 3:8, Mateo 7:16).
La Biblia presenta a los cristianos como un pueblo diferente al resto, proclamando que es una nación santa “la iglesia” (1 Pedro 2:9) cuyo modelo a imitar es Jesucristo (1 Tesalonicenses 2:14), por lo cual se debe formar en los cristianos un varón perfecto (Efesios 4:13), aprendiendo a andar como Jesús anduvo (1 Juan 2:6). Pero la iglesias en vez de conquistar el mundo, más bien el mundo ha conquistado la iglesia. ¿En qué se diferencia un cristiano de un mundano? Todos los esquemas de culto, conciertos, ritmos, modas, estructura de los templos, luces, efectos especiales y mensaje siguen la retorica del sistema dominante, de manera tal que no hay diferencia entre un evento mundano de uno cristiano. La única diferencia es que a la moda del mundo se le añaden un texto bíblico o un mensaje bíblico para adornar el evento, espectáculo, música o conducta.
Prediquemos el mensaje correcto. Confrontemos a la gente con su pecado, y llevémoslo al arrepentimiento para que puedan vivir en novedad de vida( Romanos 6:4). Infundamos temor, que como freno nos detienen para no pecar.
LA ADORACION Y LA ALABANZA SEGUN LA BIBLIA
Las palabras “adoración” y “alabanza” están en boca de millones
de personas, seguramente más que nunca antes en la historia. Eso es algo
muy bueno, cuando se trata de una adoración y de una alabanza bíblicas
del único Dios verdadero.
Pero me atrevería a sugerir que aun los que adoramos y alabamos al Señor de todo corazón no siempre hemos dedicado tiempo a estudiar qué es lo que enseña la Biblia sobre la adoración y la alabanza. ¿Alguna vez has buscado las palabras “adorar” y “alabar” en la Biblia, para ver cómo se usan?
El objetivo (¡bastante ambicioso!) de este artículo es intentar resumir en diez principios lo que enseña la Biblia sobre la adoración y la alabanza.
Detrás de esos 150 textos hay seis palabras hebreas, arameas y griegas. La idea principal es la de postrarse ante Dios. La verdadera adoración consiste en postrarse ante Dios (no necesariamente físicamente, pero sí en el corazón). Y la adoración falsa consiste en postrarse ante cualquier ser o cosa que no sea Dios. A lo largo de la Biblia hay muchos ejemplos de ambos tipos de adoración. Esta idea (de postrarnos ante Dios) nos habla de su santidad y grandeza, de nuestra pecaminosidad y pequeñez y del santo temor que debemos sentir ante Él. O sea, de su gran dignidad y de nuestra gran indignidad.
Cuando adoramos, no estamos haciendo algo en un vacío; estamos respondiendo a algo. ¿A qué? Pues, a Dios, a todo lo que nos enseña su Palabra acerca de Él. Y hacemos eso con todo lo que somos y con todo lo que tenemos. Eso es adoración.
Tres ejemplos bíblicos de ello: (1) Abraham subiendo el monte Moriah para adorar al Señor, ofreciéndole a su hijo Isaac en holocausto (Gn. 22:5); (2) La adoración de la que habló Miqueas: “...hacer justicia, amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Mi. 6:6-8); y: (3) La adoración enseñada por el apóstol Pablo: “...que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Ro. 12:1).
¡La adoración es mucho más que solo algo que hacemos en la iglesia!
Usamos mucho las palabras: “Me gusta” y “No me gusta”. Curiosamente, el único lugar en la Biblia donde se encuentran las palabras “me gusta” es en Génesis 27:4, palabras de Isaac a su hijo Esaú: “Hazme un guisado como a mí me gusta…”. ¡Y ya se sabe cómo terminó aquello! Pero hoy día, las palabras “me gusta” son de las palabras que más se oyen; un reflejo, sin duda, del egocentrismo que tan fácilmente se adueña de nosotros. Y hay demasiado del “me gusta” y del “no me gusta” en nuestra adoración.
La adoración verdadera no debería ser una cuestión de nuestros gustos; lo único que realmente importa es que le guste al Señor, que le agrade y le dé gloria a Él.
Y alabamos al Señor por sus muchas y maravillosas virtudes, sea de forma directa: “Señor, ¡qué grande eres!”; o de forma indirecta: “¡Qué bueno es el Señor!”
Pero ¿es así como se está usando la palabra “alabanza” cuando se habla de “líderes de alabanza” o de “tiempos de alabanza”? Pues, a veces, sí, y otras veces, no, ¿verdad?
Pero: (1) No todas las canciones o himnos son de alabanza: “¡Avívanos, Señor!”; “¡Firmes y adelante!”; “¡Grata certeza!”; “Acéptame como ofrenda de amor”; “Como el ciervo busca por las aguas”; “Hoy te rindo mi ser”; etc. (2) Cantar al Señor no es la única forma de alabarle; también le alabamos orando, hablando entre nosotros acerca de Él, y con nuestras vidas.
Si seguimos usando la palabra “alabanza” como lo estamos haciendo, ¡nuestros nietos no van a saber lo que es la alabanza! Al igual que se ha desvirtuado la palabra “amor”, estamos en peligro de desvirtuar la palabra “alabanza”.
Ahora, ¿tiene eso alguna base bíblica? Pues, sí, la tiene: ¡el libro de Salmos! Hay salmos de alabanza al Señor, salmos de acción de gracias, salmos de confianza en el Señor, salmos mesiánicos, salmos pidiendo ayuda al Señor, salmos que son lamentos, etc. Una de las cosas que más nos gustan de los Salmos es precisamente el hecho de que en ellos se habla de todo tipo de situaciones, buenas y malas, y se expresan todo tipo de emociones, desde la angustia hasta el éxtasis.
¿No estamos en peligro de perder la riqueza de contenido de las canciones que cantaba el pueblo de Dios antes de Cristo?
En el Antiguo Testamento la música tiene un lugar importante, pero no tan importante como la Palabra de Dios y la oración. Hay libros enteros que no contienen ninguna referencia a la música.
En los cuatro Evangelios hay muy pocas referencias a la música y solo una referencia al Señor mismo cantando, pero ¿cuántas referencias hay a la Palabra de Dios y a la oración?: ¡un montón!, ¿verdad?
El libro de Hechos describe los primeros treinta años de la Iglesia, pero ¿cuántas referencias hay al canto de los primeros cristianos?: solo una (explícita), y no se trata de una reunión cristiana normal, sino ¡de Pablo y Silas cantando en una cárcel! Pero ¿y las referencias en Hechos a la Palabra de Dios y a la oración? Muchas, ¿verdad?
¿Refleja nuestra realidad hoy los mismos énfasis que la Palabra de Dios?
El Señor dijo a la mujer samaritana: “La hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre… La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren…” (Jn. 4:21-24). Parece que el Señor estaba apuntando a un cambio en la adoración como consecuencia de su venida, ¿verdad? ¿Está reflejado ese cambio en nuestra adoración?
Pero algunos creyentes hablan de Cristo, de la Cruz y del evangelio como si no tuviesen mucho que ver con la alabanza. Pensemos por un momento en el libro de Apocalipsis; buena parte del libro describe la adoración de los creyentes y de los ángeles en el cielo. Y ¿qué encontramos? Pues, que Apocalipsis es uno de los libros bíblicos que más hablan de Cristo; que Apocalipsis empieza y termina con el Señor Jesucristo; encontramos unos veinticuatro nombres o títulos del Señor Jesucristo, de los cuales el que más se usa es el nombre del Cordero; y que el tema central de las canciones que se cantan en el cielo es Cristo crucificado.
El Señor tuvo que reprender a su pueblo Israel una y otra vez por la incoherencia entre su (supuesta) adoración y sus vidas (Is. 1:11-17; Is. 29:13a; Os. 6:6; Mi. 6:6-8; etc.). Y el apóstol Pablo habla de nuestro “culto racional” en términos de nuestras vidas, no de lo que hacemos en la iglesia (Ro. 12:1-2).
Lo que hacemos en la iglesia no es más que la punta del iceberg de la verdadera adoración, la pequeña parte que más se ve; pero si no hay nada debajo de eso, si no somos adoradores 24/7, ¡lo que hacemos en la iglesia no vale para nada!
Pero me atrevería a sugerir que aun los que adoramos y alabamos al Señor de todo corazón no siempre hemos dedicado tiempo a estudiar qué es lo que enseña la Biblia sobre la adoración y la alabanza. ¿Alguna vez has buscado las palabras “adorar” y “alabar” en la Biblia, para ver cómo se usan?
El objetivo (¡bastante ambicioso!) de este artículo es intentar resumir en diez principios lo que enseña la Biblia sobre la adoración y la alabanza.
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Según la Biblia, adorar a Dios es postrarse ante Él.
Detrás de esos 150 textos hay seis palabras hebreas, arameas y griegas. La idea principal es la de postrarse ante Dios. La verdadera adoración consiste en postrarse ante Dios (no necesariamente físicamente, pero sí en el corazón). Y la adoración falsa consiste en postrarse ante cualquier ser o cosa que no sea Dios. A lo largo de la Biblia hay muchos ejemplos de ambos tipos de adoración. Esta idea (de postrarnos ante Dios) nos habla de su santidad y grandeza, de nuestra pecaminosidad y pequeñez y del santo temor que debemos sentir ante Él. O sea, de su gran dignidad y de nuestra gran indignidad.
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Según la Biblia, adorar a Dios es responder a todo lo que es Él con todo lo que somos nosotros.
Cuando adoramos, no estamos haciendo algo en un vacío; estamos respondiendo a algo. ¿A qué? Pues, a Dios, a todo lo que nos enseña su Palabra acerca de Él. Y hacemos eso con todo lo que somos y con todo lo que tenemos. Eso es adoración.
Tres ejemplos bíblicos de ello: (1) Abraham subiendo el monte Moriah para adorar al Señor, ofreciéndole a su hijo Isaac en holocausto (Gn. 22:5); (2) La adoración de la que habló Miqueas: “...hacer justicia, amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Mi. 6:6-8); y: (3) La adoración enseñada por el apóstol Pablo: “...que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Ro. 12:1).
¡La adoración es mucho más que solo algo que hacemos en la iglesia!
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Según la Biblia, el objetivo número uno de nuestra adoración debería ser agradar a Dios y darle gloria.
Usamos mucho las palabras: “Me gusta” y “No me gusta”. Curiosamente, el único lugar en la Biblia donde se encuentran las palabras “me gusta” es en Génesis 27:4, palabras de Isaac a su hijo Esaú: “Hazme un guisado como a mí me gusta…”. ¡Y ya se sabe cómo terminó aquello! Pero hoy día, las palabras “me gusta” son de las palabras que más se oyen; un reflejo, sin duda, del egocentrismo que tan fácilmente se adueña de nosotros. Y hay demasiado del “me gusta” y del “no me gusta” en nuestra adoración.
La adoración verdadera no debería ser una cuestión de nuestros gustos; lo único que realmente importa es que le guste al Señor, que le agrade y le dé gloria a Él.
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Según la Biblia, alabar a Dios es reconocer sus virtudes, quedarnos impactados por ellas y alabarle por ellas.
Y alabamos al Señor por sus muchas y maravillosas virtudes, sea de forma directa: “Señor, ¡qué grande eres!”; o de forma indirecta: “¡Qué bueno es el Señor!”
Pero ¿es así como se está usando la palabra “alabanza” cuando se habla de “líderes de alabanza” o de “tiempos de alabanza”? Pues, a veces, sí, y otras veces, no, ¿verdad?
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Según la Biblia, cantar a Dios y alabarle son dos cosas relacionadas entre sí, pero distintas.
Pero: (1) No todas las canciones o himnos son de alabanza: “¡Avívanos, Señor!”; “¡Firmes y adelante!”; “¡Grata certeza!”; “Acéptame como ofrenda de amor”; “Como el ciervo busca por las aguas”; “Hoy te rindo mi ser”; etc. (2) Cantar al Señor no es la única forma de alabarle; también le alabamos orando, hablando entre nosotros acerca de Él, y con nuestras vidas.
Si seguimos usando la palabra “alabanza” como lo estamos haciendo, ¡nuestros nietos no van a saber lo que es la alabanza! Al igual que se ha desvirtuado la palabra “amor”, estamos en peligro de desvirtuar la palabra “alabanza”.
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Según la Biblia, el canto espiritual sirve para expresar todo tipo de emociones en todo tipo de situaciones.
Ahora, ¿tiene eso alguna base bíblica? Pues, sí, la tiene: ¡el libro de Salmos! Hay salmos de alabanza al Señor, salmos de acción de gracias, salmos de confianza en el Señor, salmos mesiánicos, salmos pidiendo ayuda al Señor, salmos que son lamentos, etc. Una de las cosas que más nos gustan de los Salmos es precisamente el hecho de que en ellos se habla de todo tipo de situaciones, buenas y malas, y se expresan todo tipo de emociones, desde la angustia hasta el éxtasis.
¿No estamos en peligro de perder la riqueza de contenido de las canciones que cantaba el pueblo de Dios antes de Cristo?
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Según la Biblia, hay dos cosas que son más importantes que el canto: (1) la Palabra de Dios; y: (2) la oración.
En el Antiguo Testamento la música tiene un lugar importante, pero no tan importante como la Palabra de Dios y la oración. Hay libros enteros que no contienen ninguna referencia a la música.
En los cuatro Evangelios hay muy pocas referencias a la música y solo una referencia al Señor mismo cantando, pero ¿cuántas referencias hay a la Palabra de Dios y a la oración?: ¡un montón!, ¿verdad?
El libro de Hechos describe los primeros treinta años de la Iglesia, pero ¿cuántas referencias hay al canto de los primeros cristianos?: solo una (explícita), y no se trata de una reunión cristiana normal, sino ¡de Pablo y Silas cantando en una cárcel! Pero ¿y las referencias en Hechos a la Palabra de Dios y a la oración? Muchas, ¿verdad?
¿Refleja nuestra realidad hoy los mismos énfasis que la Palabra de Dios?
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Según la Biblia, la venida del Señor Jesucristo marcó un hito en cuanto a la adoración.
El Señor dijo a la mujer samaritana: “La hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre… La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren…” (Jn. 4:21-24). Parece que el Señor estaba apuntando a un cambio en la adoración como consecuencia de su venida, ¿verdad? ¿Está reflejado ese cambio en nuestra adoración?
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Según la Biblia, en el centro de nuestra adoración deberían estar la persona y la obra del Señor Jesucristo.
Pero algunos creyentes hablan de Cristo, de la Cruz y del evangelio como si no tuviesen mucho que ver con la alabanza. Pensemos por un momento en el libro de Apocalipsis; buena parte del libro describe la adoración de los creyentes y de los ángeles en el cielo. Y ¿qué encontramos? Pues, que Apocalipsis es uno de los libros bíblicos que más hablan de Cristo; que Apocalipsis empieza y termina con el Señor Jesucristo; encontramos unos veinticuatro nombres o títulos del Señor Jesucristo, de los cuales el que más se usa es el nombre del Cordero; y que el tema central de las canciones que se cantan en el cielo es Cristo crucificado.
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Según la Biblia, la adoración en la iglesia no vale para nada sin la adoración de nuestras vidas.
El Señor tuvo que reprender a su pueblo Israel una y otra vez por la incoherencia entre su (supuesta) adoración y sus vidas (Is. 1:11-17; Is. 29:13a; Os. 6:6; Mi. 6:6-8; etc.). Y el apóstol Pablo habla de nuestro “culto racional” en términos de nuestras vidas, no de lo que hacemos en la iglesia (Ro. 12:1-2).
Lo que hacemos en la iglesia no es más que la punta del iceberg de la verdadera adoración, la pequeña parte que más se ve; pero si no hay nada debajo de eso, si no somos adoradores 24/7, ¡lo que hacemos en la iglesia no vale para nada!
Conclusión
Como dijo el Señor Jesucristo a aquella mujer samaritana, el Padre busca verdaderos adoradores que le adoren. A fin de cuentas, él nos creó, nos dio la vida, para eso: para que le adorásemos; y nos salvó para que lo hiciéramos “en espíritu y en verdad”. ¡Que el Señor encuentre en nosotros los adoradores que él anda buscando!sábado, 16 de julio de 2016
REFLEXION - CONECTATE CON LA VERDAD
«Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir»
Juan 16:13
Jesús dijo que el Espíritu Santo nos guiaría a toda verdad. No tan sólo la verdad que nos ayudará a subsistir. Ni la verdad ocasional que nos ayudará a enseñar nuestra clase de la escuela dominical, sino ¡toda la verdad!
Si eres un empresario, el Espíritu Santo te mostrará cómo aumentar tus ganancias y reducir tus gastos. Si eres una madre, el Espíritu Santo te mostrará cómo resolver las discusiones de tus hijos. Si eres un estudiante, esto significa que el Espíritu Santo te mostrará cómo sobresalir en tus clases.
De hecho, si conoces a Jesucristo y has sido bautizado en el Espíritu Santo, en tu interior se encuentra la respuesta a todo problema económico, espiritual y físico. ¡Tú tienes las respuestas a problemas que ni siquiera conoces!
Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se tropezó con un problema serio. El enemigo hundía sus barcos más rápidamente de lo que podían construir nuevos barcos, un proceso que tomaba un año.
En un esfuerzo para resolver ese dilema, se inventó un método por el cual un barco podía ser construido en un solo día. Pero había que construir el barco con la parte de arriba hacia abajo. Entonces, al darle vuelta, las soldaduras se reventaban y el barco se rompía en pedazos.
Le presentaron el problema a un hombre profundamente espiritual, quien era un famoso empresario industrial en ese tiempo. “Yo averiguaré cómo hacerlo”, dijo. Efectivamente, después de días de oración y ayuno, Dios le mostró la fórmula de la soldadura que mantendría al barco unido.
Si estás enfrentando algún problema, no andes a rastras tratando de manejarlo con tus propias fuerzas. Toma en serio lo que Jesús dice en Su Palabra y comienza a pedirle al Espíritu Santo que te dé el conocimiento que necesitas para resolverlo. Pon la sabiduría de los siglos a obrar en tu trabajo, en tu familia y en tu mundo. Conéctate con las verdades que Él ha puesto en ti.
Lectura bíblica: Juan 14:6-17
COMO VIVIR LA VIDA CRISTIANA
Ahora que usted es un cristiano y tiene comunión con
Dios, seguramente querrá aprender más sobre cómo estar más cerca de Él. Aquí
encontrará algunas ayudas para comenzar a crecer como un nuevo creyente en
Cristo.
Ahora que usted es cristiano y está en comunión con
Dios, querrá aprender más sobre cómo estar cada vez más cerca de él. La Biblia
dice que esto es “crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18).
Estas son algunas cosas que le ayudarán a comenzar a
crecer como cristiano:
Lea la Biblia diariamente
La Biblia es la Palabra inspirada de Dios. Además de
revelar la Buena Noticia del perdón y la vida eterna, puede responder a las
muchas preguntas que le surgirán al intentar vivir una vida que agrade a Dios.
Ella le permitirá estar “enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo
3:17).
He aquí algunas sugerencias para comenzar a leer la
Biblia diariamente:
- Propóngase leer los libros del Nuevo Testamento en el siguiente orden:
- Primero, lea todo el Evangelio de Lucas, un capítulo por día. Esto le ayudará a comprender los hechos básicos relativos al evangelio.
- Luego lea Hechos, donde se encuentra la fascinante historia de cómo los primeros discípulos de Cristo extendieron la Buena Noticia de la muerte y la resurrección de Jesús.
- A continuación, lea algunas de las cartas que los apóstoles de Cristo escribieron a esos primeros discípulos, todos los cuales eran nuevos en su fe, tal como usted. Estas cartas van desde Romanos hasta 3 Juan.
- Después lea uno de los otros tres evangelios: Mateo, Marcos o Juan.
- Piense en lo que ha leído; estúdielo y analícelo. Pida a su pastor o a un amigo cristiano maduro que le recomiende una buena guía para el estudio bíblico. La Biblia no sólo nos revela a Dios; también contiene mayor sabiduría que todos los demás libros del mundo.
- Lea los Salmos (el libro de adoración del Antiguo Testamento) para enriquecer su devoción a Dios.
- Lea Proverbios para ganar sabiduría y sentido común, y para fortalecer sus relaciones con otras personas.
- Ore pidiendo entendimiento. El Espíritu Santo le ayudará (Salmos 119:18) y comenzará a ver la vida desde la perspectiva de Dios.
- Siempre que pueda, hable con otras personas sobre lo que está aprendiendo.
Ore diariamente
Hable con Dios a menudo. Coméntele sus problemas.
Permita que él lleve el peso de sus aflicciones. (Ver Mateo 11:28; 1 Pedro
5:7.)
Alabe y agradezca a Dios por quien él es y por lo que
ha hecho por usted. Admita sus debilidades. Confiese todo pecado específico del
que tenga conciencia. Ore para que otras personas también reciban a Jesucristo
como su Señor y Salvador.
Sugerencias para su tiempo devocional diario:
- Planifique un tiempo específico, preferentemente por la mañana, cuando su mente está fresca y descansada. Haga de ello un hábito.
- Elija un lugar tranquilo, donde pueda estar a solas con Dios.
- Haga una lista de peticiones, tanto a favor de otros como para usted.
- Lea una porción de la Biblia y medite en lo que leyó; luego dedique un tiempo a la oración.
- Al finalizar su tiempo diario a solas con Dios, conságrele su día y conságrese usted también a Él.
Aprenda a depender del Espíritu Santo
Dios es, en realidad, tres personas en una: Dios el
Padre, Dios el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. La Biblia enseña que el
Espíritu Santo vive realmente dentro de cada persona que cree en Cristo. (Ver
Juan 14:16-17.) La Biblia dice que el Espíritu Santo, al vivir en su interior,
es su consejero, y le ayuda a comprender la verdad revelada en la Palabra de
Dios: “El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre,
él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”
(Juan 14:26).
El Espíritu Santo:
- Le enseñará
- Lo guiará
- Lo fortalecerá en sus tiempos de necesidad
Asista regularmente a la iglesia
Cuando usted recibió a Jesucristo como su Señor y
Salvador personal, comenzó una relación, no sólo con él, sino con todos los
demás cristianos. Sea lo que fuera que haya significado para usted en el
pasado, ahora ir a la iglesia puede convertirse en una experiencia rica y
satisfactoria:
- Usted crecerá en su comprensión de las cosas de Dios al oír su Palabra cuando es predicada y enseñada.
- Podrá hacer preguntas y comentar cosas de la Biblia con otros.
- Aprenderá a adorar a Dios, que es alabarlo por todo lo que Él es y darle gracias por todo lo que hizo por usted.
- Al adorar, aprender y servir junto con otros cristianos, encontrará personas con las que puede formar amistades duraderas (¡amistades que durarán por toda la eternidad!).
Sirva a los demás
Descubrirá que cuanto más se entregue en servicio a
los demás, más disfrutará de su vida cristiana. Hable con su pastor sobre las
formas y oportunidades de servir a Cristo y de testificar de él. “Porque somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10).
Aprenda a vencer sus dudas
Puede haber momentos en que usted dude de ser
realmente un hijo de Dios:
- Puede haber grandes fracasos en su vida cristiana.
- Quizá se descubra pensando cosas que se supone que los cristianos no deben pensar.
- Quizá lo moleste algún pecado no confesado.
Cuando le sucedan estas cosas, es importante recordar
que usted no es salvo o salva por ser una persona buena sino por lo que Cristo
ya hizo por usted. Repase las primeras páginas de este texto. Piense en esta
verdad que le traerá paz y seguridad: Si ha recibido por fe a Cristo como su Salvador,
usted es ahora un hijo o una hija de Dios.
Aprenda a vivir un día a la vez
Demasiadas veces, permitimos que la ansiedad nos
domine. Nos preocupamos hasta enfermarnos, pensando en lo que puede suceder
mañana. ¡Nos hacemos problema por las cosas aun antes de que existan!
- La Biblia dice que no debemos estar ansiosos por lo que pueda suceder mañana (Vea Mateo 6:33-34).
- La Biblia también nos promete: “Como tus días serán tus fuerzas” (Deuteronomio 33:25, RVR-1960). En otras palabras, la gracia de Dios será suficiente para enfrentar las demandas de cada nuevo día.
Descubra la bendición del sufrimiento
Los contratiempos, los problemas de salud y cualquier
experiencia de sufrimiento adquieren una perspectiva nueva cuando usted tiene a
Cristo en su vida:
- En lugar de desmoralizarse, usted puede fortalecerse.
- En lugar de ser una carga para los demás, usted puede ser una bendición. Usted crecerá en su fe al descubrir el poder, el consuelo y la fortaleza de Dios en las experiencias de la vida.
Aprenda a enfrentar la tentación
Las tentaciones son parte de la vida. Lo eran antes
que usted recibiera a Cristo, y continuarán siéndolo. No es pecado tener
pensamientos equivocados de vez en cuando; pero sí es pecado decidir detenerse
en ellos una y otra vez. La Biblia dice: “Velad y orad, para que no entréis en
tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”
(Mateo 26:41). Cuando Jesús fue tentado en el desierto, respondió al diablo
citando las Escrituras. Tres veces le dijo: “Escrito está:…”(Mateo 4:4, 7, 10).
Esté preparado para la tentación, por medio de la oración y del conocimiento de
la Palabra de Dios.
La Biblia dice:
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea
humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis
resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que
podáis soportar”
– 1 Corintios 10:13.
– 1 Corintios 10:13.
Esté preparado para hacer uso de la “salida” que Dios
ofrece para la tentación, ya sea que “huya” de la escena de la tentación (1 Timoteo
6:11), o que permanezca en ella y la “resista”
– Santiago 4:7.
– Santiago 4:7.
Hable a otras personas de Cristo
Hablarles a los demás acerca de su nueva vida en
Cristo, con sus palabras y con su vida, puede ser una de las experiencias más
satisfactorias y emocionantes que jamás haya vivido. El apóstol Pedro nos anima
a estar siempre “preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia
ante todo aquel que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1
Pedro 3:15).
LA OBEDIENCIA A DIOS TRAE BENDICION: PASTOR CHARLES STANLEY
INTRODUCCIÓN
Hoy en
día las gentes
solamente buscan de
Dios cuando tienen
problemas o
necesidades, y
que triste que
muchos cristianos también solo
oran o piden oración cuando tiene
problemas.
Podemos
decir que a veces sufrimos porque queremos o le damos tanta importancia a los
problemas y nos olvidemos que ha un Dios bueno y que escucha las oraciones de
aquellos que buscan y tratan de hacer su voluntad.
Por ello
la mejor forma que nos vaya bien y que estemos rodeados de bendiciones, es
obedeciendo a Dios. Es por ello que en esta ocasión vamos a tratar el tema:
«La
Obediencia A Dios Trae Bendición»
I. LA OBEDIENCIA DE ABRAHAM Y SUS RESULTADOS
(12:4) A. La Orden de Dios ha Abraham (v.1)
«1 Pero
Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa
de tu padre, a la tierra que te mostraré»
1. Dios Llama Directamente A Abraham (Gn. 12:1—3)
a. El trasfondo de Abraham era idolátrico. Ya
que Ur de los caldeos era su pueblo, en el cual había un centro de idolatría.
b. Dios se apareció a Abraham lleno de Gloria.
Esto dio pruebas a Abraham de que
Él era
el único Dios Verdadero. Se le apareció como el «Dios de Gloria»
2. Abraham
Fue Probado Por Dios En Cuanto Su
Fe (Gn.12:1)
a. La fe
que salva al hombre actúa de este modo. El hombre ha de dejar su trasfondo o
«entorno» habitual para seguir a Dios.
b. El
verdadero creyente deja de seguir a los ídolos para caminar con el Señor
(1Ts.1:9—10)
B. La
Promesa de Dios (vv.2-3)
«2 Y
haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás
bendición. 3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren
maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra»
1. Haría de Abraham una nación grande.
2. Le bendeciría.
3. Engrandecería su nombre.
4. Seria bendición.
5. Seria portador de bendición o maldición.
6. En él serian benditas todas las naciones.
C. La
Obediencia de Abraham (v.4)
«4 Y se
fue Abraham, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de
setenta y cinco años cuando salió de Harán»
D. El
Resultado.
1. Dios le enriqueció muchísimo.
2. Dios hizo de él una gran nación.
3. Dios lo honro en sus generaciones venideras,
como el padre de Israel.
II. SI
QUEREMOS VER RESULTADOS, TENEMOS QUE OBEDECER.
A.
Debemos Escuchar a Dios.
1. A través de la Palabra de Dios podemos
escuchar la voz de Dios.
2. Poniendo atención al Espíritu Santo, podemos
escuchar a Dios.
B.
Debemos Obedecer.
1. No es cuestión de Sentimientos o
Experiencias.
2. Es cuestión de Obediencia.
CONCLUSIÓN.
Para
concluir. Debemos recordar las siguientes cosas:
1. Dios dio una orden a Abraham, y él obedeció y
fue bendecido.
2. Debemos escuchar la voz de Dios y obedecer,
para poder ser bendecidos.
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